Alondra Esmeralda Vera Prado
Alondra Esmeralda Vera Prado
Parece increíble el mundo que estamos creando, con tecnología en todas partes, parece increíble hasta dónde nos ha llevado nuestra imaginación, nuestra curiosidad innata, nuestra insaciable sed de descubrimiento, cada vez queremos más, hemos comenzado la era de la ciencia gracias al aumento en avances científicos, se han comenzado a crear proyectos que involucran IA en todo su contexto, pero también se han comenzado a crear interrogantes significativas acerca de la futura relación entre lo digital y lo humano, hay quienes se preocupan de que la inteligencia artificial termine sustituyéndonos, primero en el trabajo, luego en casa y finalmente en el planeta.
Me pregunto ¿es la inteligencia artificial la puerta hacia el descubrimiento de una nueva creación o sólo es la alucinación de agua entre un desierto sin respuestas, por un camino que al final llevará a la humanidad hacia arenas movedizas?
Pretendo exponer una postura, que le enseñe a la gente a ver de forma positiva este período de evolución que se encuentra en pleno desarrollo.
Este ensayo comprende primero varios capítulos introductorios que muestras cada sector en el que el proceso de evolución en cuanto a tecnología ha sido benéfico a lo largo de estos años. Luego me enfoco en un tema muy importante, el cómo se están desarrollando máquinas muy similares a nosotros mismos, los proyectos actuales y la alternativa de solución para evitar ser el blanco de máquinas autómatas; finalizo con un vistazo a nuestro posible futuro, un pequeño debate entre si la IA es una amenaza o no y una conclusión precisa acerca de porqué la IA es en su mayoría positiva.
Inteligencia artificial, el futuro de la creación
Cuando hablamos de Inteligencia artificial nos vienen a la mente imágenes de robots, androides, máquinas andantes, pero, ¿Es eso a lo que realmente se refiere la inteligencia artificial? La respuesta es no, según Rich y Knight la IA “es el estudio de cómo lograr que las computadoras realicen tareas que, por el momento, los humanos hacen mejor” (cit. en “Inteligencia” párr. 9). Para Schalkoff, la IA es el campo de estudio que se enfoca a la explicación y emulación de la conducta inteligente en función de procesos computacionales, (cit. en “Inteligencia” párr. 8). Así nos llevamos a la mente la idea de que la IA se refiere a la creación de sistemas capaces de brindar, ya sea a un ordenador o a una máquina, la capacidad de razonamiento tomando como prototipo la inteligencia humana.
Inteligencia artificial y robótica, dos conceptos, dos definiciones, dos cosas por completo diferentes pero claramente ligadas. Como vimos en el párrafo anterior, la inteligencia artificial no se refiere más que al desarrollo de sistemas, mientras que la robótica es una ciencia o rama de la tecnología, que estudia el diseño y construcción de máquinas capaces de desempeñar tareas realizadas por el ser humano o que requieren del uso de inteligencia. Macchiavello dice que las ciencias y tecnologías de las que deriva éste tipo de inteligencia, podrían ser: el álgebra, los autómatas programables, las máquinas de estados, la mecánica o la informática (cit. en “Robótica” párr. 5). Pongamos en claro que la robótica crea máquinas capaces de ejecutar tareas y la IA crea sistemas que les dicen a las máquinas qué hacer; analógicamente la robótica es el cuerpo humano y la IA el cerebro, una sin la otra no tendrían la funcionalidad suficiente como para asombrarnos.
En los años cuarenta comenzaron a funcionar las primeras computadoras, unos cubos gigantes de metal, llenos de cables a los que se les llamó “cerebros electrónicos” ya que sorpresivamente podían hacer sumas y entonces en todos lados alcanzabas a ver hasta dónde había volado ya la imaginación de cineastas, escritores, dibujantes, entre otros, con máquinas autónomas y súper inteligentes como HAL la computadora que cobraba vida propia y asesinaba a los astronautas de la película 2001, Odisea del espacio. La industria de la tecnología jamás dejó de trabajar para hacer de esos gigantes cubos de metal aparatos más prácticos, pequeños y años después portátiles. La palabra robot fue acuñada por primera vez en 1921 por el escritor Karel Capek y hoy sabemos que en un futuro, tal vez no muy lejano formará parte de nuestra vida cotidiana, empezando por la idea de querer implantar cerebros hechos a base de neuronas en máquinas que nos emulen. Finalmente somos como tristes Gepetos soñando con darle vida a un muñeco de madera para no sentirnos tan solos. (“¿Cómo?” Párr. 4)